Esta frase se la oí decir a mi hija Ruth hace algunos días. Se me ha quedado grabada en la mente y poco a poco ésta entrando en mi cuerpo.
Comenzamos desde la infancia a querer controlar lo que nos va sucediendo en la vida, cuando la realidad es que no hay manera de controlar nada.
Pretendemos que todo sea perfecto siempre y que se ajuste permanentemente a la medida de nuestros deseos, pero la vida, en multitud de ocasiones, nos “obliga” a vivir lo contrario de lo que habíamos planeado.
En ocasiones, puede resultar duro vivir lo que en esos momentos está pasando, pero precisamente de esa dureza es de la que podemos aprender. Es una lección de vida que nos invita a plantearnos que tal vez sea el momento de hacer un cambio.
Ser consciente de la necesidad de este cambio es un gran paso para salir “de lo que yo quiero, tiene que suceder sí o sí, como sea”.
Y esto te lo cuenta una “experta” en control, que está aprendiendo que “lo que me sucede me conviene”.
VISUALIZACIÓN
Cuando ésta sucediendo algo que, de primeras no queremos, a la palabra o palabras con las que definimos esta situación, se le pone una imagen, la primera que nos llegue a la mente. A continuación, se explota esa imagen y los trocitos los vamos convirtiendo en bolitas de cristal que se meten por el ombligo, los oídos y las fosas nasales.
Esta visualización se puede hacer todas las veces que se necesite. Con la explosión, el conflicto se convierte en oxígeno, tan necesario para nuestro cuerpo y mente.